Gabriel García Márquez en México
Gabo, como lo llamaba cariñosamente el pueblo latino, será recordado siempre por su gran obra literaria. Un encuentro con un fantasma en el centro histórico y unas sábanas volando en San Ángel fueron algunos de los sucesos que inspiraron al autor en Ciudad de México.
Méjico, la cuna del realismo mágico
“La ciudad luciferina”: así llamaba Gabriel García Márquez a la capital de México. Gran parte de su obra fue escrita durante su estancía en la ciudad. Un período que, además de suponer uno de los momentos más productivos de su carrera, marcó un gran cambio de estilo en su obra, que adquirió un sentido más liberal y desinhibido. En numerosas entrevistas el autor confesó haber escrito en México muchos libros que “llevaba dentro, pero no podía soltar por falta de convicción poética”. Allí nació lo que se conoce como el “realismo mágico”, una nueva corriente literaria que nació con el autor y logró su máxima expresión en su aclamada novela Cien años de soledad.
Paseos por el Bosque de Chapultepec
El parque urbano que se encuentra en la delegación Miguel Hidalgo era uno de los sitios favoritos de Gabo. Lo llamaba “El bosque encantado” y solía pasear con mucha frecuencia por allí. El paisaje que solía cautivar el autor era especialmente atractivo a sus ojos cuando llovía: “no me va quedando más que el recuerdo de una tarde increíble en que estaba lloviendo con sol por entre los árboles del bosque de Chapultepec, y me quedé tan fascinado con aquel prodigio que se me trastornó la orientación y me puse a dar vueltas en la lluvia, sin encontrar por dónde salir”. Kim F nos ofrece esta imagen del parque que encantó a García Márquez.
El nacimiento de Cien Años de Soledad
Su casa de San Ángel es considerada el lugar donde nació Cien años de soledad, considerada una obra maestra de la literatura hispanoamericana. Jugó un papel esencial en el reconocimiento de Gabo como Premio Nobel de Literatura. En esta casa ubicada sobre la calle La Loma, Gabo se sentó durante 18 meses para escribir el extenso volumen que cuenta la historia de la familia Buendía. Remedios “La Bella” es uno de los personajes más fascinantes de la novela. La mujer, dotada de poderes mágicos, es la versión que García Márquez hizo de la viuda negra. Los hombres caían rendidos a sus pies por su extraña belleza, pero morían al instante al consumar su amor. Mientras escribía la novela, Gabo buscaba una manera original de terminar con la vida de Remedios: encontró la inspiración cuando vio por la ventana de su casa un grupo de sábanas que se secaban en el patio y danzaban con el viento. Con esta imagen describió el autor el ascenso de Remedios, que comenzó a elevarse al cielo y desapareció mientras tendía la ropa.
Sobre la mesa en la que escribía reposaba siempre un ramo con rosas amarillas: consideraba que atraían a la buena suerte y creía que no podía escribir sin ellas. Este detalle refleja el espíritu supersticioso del autor. No sorprende que el bello poblado de San Ángel haya sido una inspiración para él, como puede verse en esta imagen de Pedro Vásquez Colmenares, la pequeña ciudad parece una galería de arte colonial.
El fantasma del Centro Histórico
Durante su estancia en la ciudad García Márquez vivió un suceso que le impactó y se convirtió en tema de conversación de muchos encuentros con colegas. Un día, mientras visitaba el centro histórico de Distrito Federal, esperó más de treinta minutos la llegada de un taxi. De repente descubrió que se acercaba uno vacío y llevaba el letrero que indicaba que estaba libre, pero cuando detuvo al vehículo notó que había un pasajero en la parte trasera, que sólo pudo divisar durante pocos segundos. Al subirse al taxi le comentó al conductor que había creído ver un pasajero, y el hombre le contó que se trataba de un fantasma que con frecuencia aparecía en su taxi dándole a los transeúntes la sensación de que el vehículo estaba ocupado. Era una de las anécdotas favoritas del escritor. En una oportunidad le contó el suceso al cineasta Luis Buñuel, quien le dijo que la historia era fascinante para encabezar el comienzo de una película.
Las historias de fantasmas son tan frecuentes en el centro histórico de Ciudad de México que incluso muchas agencias de turismo programan “Tours de terror”, recorriendo rincones que se prestan a ello como el que puede verse en esta fotografía de Eneas.
La imagen que ilustra la portada de este artículo pertenece a Pedro Vásquez Colmenares.
Y es que, “como México, no hay dos”.
Eso dicen… yo aún no conozco así que tengo que ocuparme de solucionar eso lo más pronto posible… ¡nos vemos en el camino!