Cuándo ver las flores en el Valle del Jerte
Una hermosa alfombra blanca, llena de pétalos, levemente dosificada con toques de verde, y decorada por el río Jerte, con sus pequeños arroyos. Ese espectáculo es un deleite entre fines de marzo y principios de abril.
El Valle del Jerte, en Extremadura, España, es un enorme espacio abierto con leve depresión hacia el centro, regada por el río que da nombre al área. Se encuentra cerca de Plasencia, en la provincia de Cáceres.
Toda la zona es agreste, y permite respirar el aire puro con temperaturas moderadas, lo que hace posible visitar la zona en cualquier época del año, y capturar imágenes realmente bellísimas.
Sin embargo, el momento especial para acercarse al valle es entre fines de marzo y principios de abril, cuando más de un millón de cerezos que pueblan la zona, florecen ofreciendo este espectáculo único: flores blancas, que darán paso a las mundialmente famosas cerezas del Valle del Jerte.
Además de tomar fotografías y dejarse impregnar por el perfume de los cerezos, el senderismo es una de las actividades más aconsejables. Caminando, es posible acceder al mirador del valle, desde donde se aprecia la inmensidad de esta bella alfombra blanca.
Sin embargo, cerca de allí Hervás también ofrece alternativas más que atractivas para el turismo. Se trata de una pequeña villa de menos de 5000 habitantes, que comparte con el valle, la provincia de Cáceres.
Allí se encuentra una de las juderías (barrios judíos antiguos) más importantes y de relevancia histórica, porque sus pobladores portan apellidos que moran allí desde la Edad Media. Más aún, su rasgo de pertenencia queda demostrado en las fachadas y pórticos de las pequeñas casitas, que exhiben estrellas de David en el frente.
Hervás es un pueblito de escalinatas y callejuelas serpenteantes, con estética del medioevo. Las casas están construidas con piedras de la zona, adobe, y madera, utilizando la explanada natural como base para la construcción. Verdaderamente el tiempo se detiene allí.
Aproximadamente a 60 kilómetros del Valle del Jerte, se encuentra Granadilla, la última parada de este recorrido. Es, valga la frase, la cereza del postre. Granadilla supo ser un feudo, es decir, un pequeño poblado, hasta que el Estado ocupó su superficie en 1960. Está casi completamente amurallada.
El punto de mayor atractivo es el castillo central, que data de 1473. A pesar de cierto deterioro, su relativa conservación se debe a un programa de gobierno destinado a proteger ciertos pueblos fantasma, sobre todo una vez que se determinó que eran parte de la zona inundable de Plasencia.
Esa protección permite hoy conocer disfrutar de verdaderos pedazos de historia antigua. Para ver, y soñar con viajar en el tiempo.
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